martes, 22 de febrero de 2011

Capitulo I

60 AÑOS CON HUMO

HISTORIA DE UN FUMADOR EMPEDERNIDO

A finales de los años 40 un niño de ocho años pasaba sus largas vacaciones en una pequeña finca de la Sierra de Cazorla, vivían en una diminuta casa que la denominaban “El Cortijillo”, en Andalucía se le llama cortijo a una finca de tamaño considerable, más bien grande con una casa a la que se le llama cortijo, si son varias casas es una cortijada y si la casa es muy pequeña es un cortijillo; la nuestra era un cortijillo y tan sumamente pequeño que yo a la edad de tan solo 8 años podía llegar al tejado alargando mi mano con la ayuda de empinar los pies, un año más tarde ya no necesitaba empinarme para poder tocar las tejas; y ahora os preguntaréis ¿Porque nos cuenta esto de poder tocar las tejas empinándose? Os lo diré más adelante, primero quiero describir lo que era la finquita y a sus habitantes en especial al hortelano principal artífice para que me iniciara en el vicio del fumar.

Cuando comenzaban las vacaciones en la escuela mi padre nos mandaba al cortijillo no se si para deshacerse de nosotros y vivir él más tranquilo o para que disfrutáramos del verano en un lugar encantador a orillas de un río repleto de peces y truchas conocido por el Aguascebas, palabra que provenía del árabe que en su origen realmente se llamó Guadelcebas que significa , uno de los muchos afluentes del Guadalquivir y muy cercano a su nacimiento, un lugar realmente paradisíaco donde en la actualidad es conocido por “El Paraíso del Agua” motivado a su gran cantidad de manantiales que van a desembocar a ambos ríos.

No quiero creer que nos enviara para deshacerse de nosotros sino más bien para ayudarnos a mitigar el hambre de los años 40 que entonces abundaba en nuestra Patria debido a lo que ya todos sabemos (no me quiero meter en política), aquí voy a narrar la historia de un fumador que se inició en este precioso lugar habitado, cuidado, cultivado y disfrutado en los veranos por siete bocas hambrientas y que gracias a este pequeño lugar donde se cultivaba de todo y se criaban diversos animales para obtener huevos, carnes, leche y quesos con la gran ayuda y sabiduría del mejor hortelano de aquellos lugares conocido por Kiko pelaespigas, nunca supe su verdadero nombre pero sí sabía que ciertamente conocía su oficio aún siendo totalmente analfabeto, en alguna ocasión le he visto poner su huella dactilar en algún papel o documento porque no sabía firmar ni con un garabato, así con gran razón él decía cuando manejaba la azada, siempre le escuchaba la siguiente cantinela de aquí y en honor a su recuerdo le puse el título a mi blog; ya desde muy niño de él aprendí muchas cosas del cultivo de la huerta y del campo, como trenzar cuerdas, hacer esteras de esparto, seras, serones, suelas para alpargatas, cestos de mimbre y muchas cosas más, también me enseñaba a pescar truchas con la mano bajo las piedras en el río, pasábamos largos ratos sentados a la sombra de alguna higuera donde le escuchaba historias de sus tiempos pasados siempre con su clásico pitillo que él mismo se fabricaba con el tabaco que también él mismo cultivaba, y no era joven, yo creo que podría tener entonces unos 60 años aunque a mi me parecía que debía tener más de cien por las grandes arrugas que surcaban su rostro y por su forma de caminar encorvado, estaba “arrejuntado” no casado con una mujer que se llamaba Narcisa, no tenían hijos pero sí una chica adoptada, tal vez hija de algún familiar que al no poder mantenerla se la cedieron,(esto se hacía mucho en aquellos tiempos), la chica debía tener unos 18 a 20 años y ayudaba bastante en las tareas domésticas de la finquita. Las labores consistían en recolectar los productos de la huerta, seleccionarlos para llevar al mercado y hacer conservas con el sobrante, también mermeladas, frutos secos y guardar para los largos inviernos, hacer la matanza en su momento, ordeñar a las cabras y elaborar los quesos, un día a la semana se horneaba el pan y escasamente se hacían algunas pastas o dulces (el azúcar escaseaba y si se encontraba era en el mercado negro conocido por estraperlo y a precios abusivos) Mi madre también participaba en muchas de estas faenas especialmente en hacer la comida para todos los que habitábamos aquel lugar, unos trabajando y los pequeños y jóvenes pasando el día retozando en el río o realizando alguna excursión, las comidas eran muy sencillas y nada lujosas pero muy exquisitas porque mi madre era una excelente cocinera y de nada hacía mucho con un rico sabor porque sabía ponerle las plantas aromáticas especiales a cada guiso.

Kiko y sus dos mujeres habitaban en una choza tipo tienda de indios construida con juncos y cañas, no era muy amplia pero lo suficientemente grande como para tener dentro un catre no muy grande donde dormían ellos y otro bastante más pequeño para la Isabelilla, que así se llamaba la chica, un pequeño baúl donde guardaban los enseres y ropas, algunos cachibaches de cocina para preparar la comida sobre una fogata hecha en el exterior para tal efecto unos minutos antes de hacerla y allí mismo, sentados sobre un rudimentario taburete de madera o en el mismo suelo comían guisos similares a los que hacía mi madre, todo a base de productos de la huerta y animales del corral, en escasas ocasiones porque no abundaban, tan solo se aprovechaba alguna gallina vieja que dejaba de producir huevos, las cabras y algún viejo borrego se sacrificaban para festejar algún cumpleaños o fiesta especial.

Anteriormente dije que mi buen amigo y maestro Kiko cultivaba su tabaco que estaba totalmente prohibido y se hacía clandestinamente, de vez en cuando sobretodo cuando estaba a punto de ser recolectado aparecían “los carabineros” , eran unos guardas que solo se dedicaban a controlar los cultivos y decomisarlos, la mayoría de las veces ordenaban arrancarlo y tirarlo al río si no estaba maduro con la consiguiente sanción a lo que más se le temía ya que en aquellos tiempos el dinero escaseaba, y pagar una multa podía suponer la comida de varios meses, por ello, para evitar estos “robos” porque la mayoría de las veces el excelente tabaco habano ya estaba maduro, lo decomisaban y nadie sabía a donde iba a parar... Sí se comentaba que los mismos carabineros después lo elaboraban y vendían a buenos precios. Para evitar esto, los hortelanos de la zona estaban muy bien organizados y cuando los carabineros comenzaban sus vigilancias, entradas a los huertos y saqueos, el primero que los veía aparecer o ya le habían hecho la puñeta, daba la alarma para que el resto se pusiera inmediatamente en movimiento y recolectar al máximo sin dejar marcas ni señales de que en ese terreno hubo plantado tabaco, lo escondían en lugares muy difíciles de encontrar, a veces lo transportaban en caballerías a un lugar lejano en la montaña y cuando pasaba “la tormenta” regresaban poniendo el sabroso y estimado tabaco a secar colgando sus matas de las ramas de los árboles, la verdad es que aquellos pobres hortelanos solo cultivaban para su propio consumo que la mayoría de las veces no les alcanzaba para todo el año.

Y aquí, en las ramas de aquellas higueras es donde comienza mi puto vicio.

El tabaco legal se vendía en los estancos con cartilla de racionamiento que la Administración otorgaba solo a varones mayores de 18 años, muchos casos de familias compuestas por varios hombres, padre y varios hijos mayores de edad donde el padre normalmente les tenía prohibido fumar pero sí les hacía la correspondiente cartilla para fumárselo él। Los hortelanos de la zona cuando se les terminaba el suyo, lógicamente echaban mano de su cartilla.



Un “mal día” tuve la fatal suerte de encontrarme un librito de papel de fumar marca Bambú ¿Alguien lo recuerda?


Posiblemente lo perdió Kiko o algún hortelano visitante, cojí una hoja de las colgadas de una rama que me pareció seca y me mal-lié un pitillo, más biwn un porrete muy mal hecho pero funcionaba, lo encendí y tiraba, echaba humo, me sorprendí al tiempo que dije caray¡¡¡ (aún era muy niño y no decía coño por respeto y porque sabia que era una palabrota) Cuando dije tres veces coño¡¡¡ es después de dar la primera calada al notar como aquello me hizo toser de tal manera que creía ahogarme y me dije otra vez coño¡¡¡ no lo volveré a probar, esto es una mierda। Pero no... aquello entró de tal manera en mis venas que al día siguiente después de comer me fui bajo la higuera donde en ocasiones me reunía con mi amigo Kiko y repetí la experiencia, tosí tres veces pero esta vez no dije caray ni coño, el pitillo era muy delgado, me duró apenas tres o cuatro caladas, aun no sabía tragarme el humo pero mira que casualidad que en ese momento aparece el vecino del cortijo de enfrente dos años mayor que yo y le conté mi travesura al tiempo que le mostraba el arsenal de plantas colgadas bajo la higuera secándose a la sombra, el me miró con cara de complicidad al tiempo que me mostraba un recipiente donde se guardaba el tabaco exactamente igual al que tenía Kiko Pelaespicas, una especie de billetera de piel parecido a una cartera que le llamaban “petaca”, estaba repleta de un excelente tabaco habano, negro y fuerte como el “rabo de Judas” (Expresión muy típica del autor que escribe este relato obtenido de la pura realidad)


Su librito de papel era de la marca JEAN, de tamaño algo mayor que el mío, el cigarrillosalía algo más grueso; Francisco que así se llamaba mi buen amigo y confidente me enseñó a liar con maestría un pitillo para él y otro para mí, le arrimamos la yesca procediendo a encender cada uno su porrete, aclaro: la yesca también conocida como mecha era una especie de cuerda de algodón que contenían los mecheros, de ahí su nombre mecha=mechero, también aclaro que entonces no se les llamaba “porrete ni porro” su nombre más común era “pitillo”

Mechero de la época

Quedé asombrado al ver a mi amigo como fumaba, como echaba humo por la nariz y hasta hacía volutas, Dios que maravilla¡¡¡¡¡

Intenté imitarle pero nada me salía, él se reía y me daba instrucciones, yo le imitaba pero me faltaba lo principal que él sabia hacer con soltura y maestría, se tragaba el humo, yo no, aunque a veces algo se me colaba al respirar y de ahí mis toses... el pitillo se terminó después de varios ataques de tos, un sabor de boca a rayos y un soberbio mareo que me hizo pensar que aquel maldito tabaco no estaba hecho para mí y me prometí a mí mismo no volverlo a probar, tiré el librito de papel al río, me olvidé del asunto y mi amiquete se fue a su casa।

Más o menos así era yo a los 8 años


Esta foto es real, yo soy el de la izquierda a los 11 años.

Aquella noche en mis sueños tuve pesadillas, soñé que volaba entre humos, unos vapores con sabor agradable, iba volando sobre un manto de blancas nubes sintiendo una sensación muy apacible, desperté varias veces comprobando si me había hecho pis pues en alguna parte había escuchado decir que los niños si fuman se mean en la cama recordando el rato pasado la tarde anterior con mi amigo de “fumatas” llegó el amanecer y me levanté reuniéndome con mi familia que ya desayunaban a la sombra del porche construido con cañizos delante de la casita donde se degustaban las comidas del día, era fin de semana y mi padre estaba con nosotros, ese domingo iba a ser mi noveno cumpleaños, había venido para celebrarlo, también estaban mis tres hermanas que venían de Madrid cada año para pasar las vacaciones de verano, al terminar el desayuno le vi encender un pitillo, él fumaba Ideales de aquellos de papel amarillo que la cajetilla contenía 18 cigarrillos sin filtro de un tabaco negro y bastante fuerte, estaba sentado frente a mí y sus bocanadas de humo me llegaban nitidamente, notaba el olor característico de un tabaco que en la actualidad lo reconoceríamos como muy malo pero en aquellos tiempos era lo más barato que había y creo que a pesar de creer ahora que era malo, me parece que resultó ser mucho mejor que todos los de ahora porque solo contenía puro tabaco, no era hecho con la hoja sino con las hebras y los troncos de las matas pero al fin y al cabo era tabaco bien puro, sin aditivos ni las porquerías que ahora le ponen.

Terminé el desayuno con una extraña sensación en mi cuerpo, recordaba a mi amigo, las bocanadas de humo que me echaba a la cara, lo bien que hacía las volutas, sentía una especie de ansiedad, me dirigí bajo la higuera donde el día anterior estuve con mi amigo y noté que las matas de tabaco no estaban colgadas de sus ramas, Kiko las estaba manipulando separando las hojas del tronco y me quedé a observar como realizaba su faena de manufacturar su propio tabaco, después sobre una tabla con una cuchilla muy afilada las iba cortando y picando; le pregunté si quería que le ayudara a lo que me respondió, pues venga, agarra una cuchilla de esas y haz como yo, cuando estábamos a punto de terminar me preguntó ¿Tu fumas? Creo que me puse muy ruborizado cuando le dije un NO¡¡¡ muy rotundo y él me dijo, anda pues yo empecé a fumar a tu edad mas o menos ¿Quieres probarlo? Ahora creo más que nunca en el Diablo que había dentro de aquel hombre que le animó a invitarme a fumar para adquirir la puta adicción, solo me faltaba volverlo a probar una sola vez para caer definitivamente en ella; y sí, caí como un chino, como un verdadero gilipollas, como un imbécil sin saber que me iba a amargar durante toda mi vida, el principal colaborador a mis enfermedades y cáncer, el que ha conseguido que envejezca prematuramente, que me sienta como un anciano con solo 70 años, el que me ha hecho ser su esclavo durante más de 60 años pero aquel primer cigarrillo fumado frente a un fumador de verdad me supo a gloria.

Al día siguiente cumplo 9 años, mis hermanas tenían la costumbre de regalarme un duro (5 pesetas) por cada año cumplido y ¿saben en que me gasté los 9 duros?, el día siguiente era lunes, me fui a la única tienda del pueblo donde había una especie de almacén Droguestore como las americanas que se ven en las películas del oeste donde venden de todo y me regalé UNA PRECIOSA PETACA DE PIEL parecida a la de Kiko, a continuación me fui al estanco y me surtí de papel para liar los cigarrillos con el tabaco que le robaba a mi buen amigo y buen hortelano, desde entonces cada día después de comer me iba bajo la higuera a disfrutar con el ritual de liarme un pitillo para después fumármelo con sumo placer cómodamente sentado apoyando mi espalda en el tronco del árbol, y mi familia que hacía su sobremesa bajo el cañizo del porche veían salir el humo de la higuera suponiendo que era Kiko pelaespigas fumándose su pitillo después de la comida, más tarde supieron que era yo, se lo tomaron con gracia pero un día mi padre al verme levantarme de la mesa y dirigirme hacia la higuera me dijo: oye, no es necesario que te vayas a fumar bajo la higuera, anda ven y fuma conmigo, toma te invito, al tiempo que me ofrecía su cajetilla de Ideales Sin volver la mirada hacia atrás ni pronunciar palabra continué el camino a mi fumadero preferido, y ni aquello hizo que desistiera de seguir fumando, la verdad es que en aquellos tiempos con solo nueve años solo me fumaba dos o tres al día pero también es verdad que la dosis fue en aumento hasta llegar a tres cajetillas diarias o tal vez más siendo adulto.

Anteriormente hablaba de como podía llegar al alero del tejado y ahora os digo el motivo, es porque allí justamente, en el hueco que hay entre teja y teja es donde escondía mi apreciada petaca. MI GRAN TESORO.

EL día 2 de julio de 2010 lo dejé definitivamente. En total 62 años metiendo humo en mis pulmones

Si tengo que ser sincero aún lo hecho de menos en momentos y lugares puntuales como por ejemplo después de las comidas, en muchas ocasiones lo evito pensando en otras cosas, echándome un buen trago de agua o comiéndome una golosina, me encanta el chocolate negro, actualmente me estoy comiendo dos tabletas a la semana y aún así, el gasto no supone tanto como serían tres cajetillas cada día, y lo más importante es lo que estoy ganando en salud, en hacer felices a todos los miembros de mi familia que nadie fuma y un día por unanimidad democrática me prohibieron fumar dentro de la casa con las consecuencias de que cada invierno pillaba unos catarros de campeonato y ahora, a pesar de haber sido operado de un cáncer de vejiga de alto grado AT4 probablemente causado por mi puto vicio, es normal que me encuentre debilucho pero creo que cada día me siento mejor y más satisfecho de mi logro, satisfecho y orgulloso porque ha sido a pelo, sin medicamentos ni nada de nada, solo mi mente y yo lo estamos logrando.

He aquí algunas marcas legales de los tabacos que se comercializaban en los años 40 y 50.

Los clásicos cuarterones y libritos de papel de fumar. El cuarterón verde era el más barato y común.



Los Ideales de la imagen anterior que fumaba mi padre y los de esta imagen del mismo nombre conocidos como “Caldo de gallina” su apodo debía ser porque era de muy buena calidad y bastante más caros.

Los primeros cigarrillos rubios que conocí: Diana y Bisonte.


Después llegaron los Celtas y Peninsulares


Tabaco americano de contrabando se encontraban el Chesterfield y Lucky Strike.

Ambos sin filtro

Con la llegada de los americanos a las bases que instalaron en España vinieron muchas marcas, las más conocidas eran el PALLNALL, WINSTON Y CAMEL

En los tiempos actuales la marca mas conocida y de mayor consumo es el

Malboro Ligh y normal


4 comentarios:

  1. Caray Erithakus, me parecía estar leyendo a Delibes me encantó tu narración. He visto que también vas por Nico y Laurita, pues vaya si Internet es un pañuelo. Un abrazo fuerte: Marisa

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  2. Muchas gracias Marisa, por favor no me compares con Delibes que no le llego ni a la altura de su zapatilla, que más quisiera yo...
    No comprendo eso que dices de que voy por Nico y Laurita, soy poco novatillo en esto de internet, ya me diras...
    si te contara la de gente de mi infancia y juventud que he encontrado por aquí...
    Si te gusta mi forma de es cribir, lee EL LIOBRO DEL ABUELO, te vas a reir mucho y OVNIS Y FANTASMAS, es muy interesante...
    Un abrazo

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  3. Ja,ja, ja, Erithakus, disculpa pero soy yo la que sigo a nico y a Laurita, son unos niños que necesitan ayuda para curar sus cánceres. Lo siento pero te gano por muchos pueblos novata y comete errores en internet y casi no sé nada de ordenadores. En cuanto a lo de Miguel Delibes pues no me arrepiento nada de haberte comparado, él hacía esos relatos tan entrañables de post-guerra. Bueno me voy a leer el segundo capítulo. Un abrazo muy fuerte: Marisa
    a

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  4. Bueno, pues yo también quiero poner mi granito de arena. Claro que me recuerda "el cortijillo" a D. Miguel. No he leido el libro pero si he visto la película "Los Santos Inocentes"; varias veces, por supuesto.

    Después de ver el apodo que usa Locuelag, no me queda más remedio que llamarte "Petirrojo". Es un pájaro que me encanta. En Cangas de Onís suelo ver a uno que pulula por la zona. Alguno de los amiguetes del blog me ha metido esto de los pájaros en vena.

    Bueno Erithacus, el relato ha sido expléndido. Me recuerda algo: tengo que dejar de fumar.

    Crees que son tús vivencias y por eso las cuentas. Lo importante es que las cuentes, porque los demás podemos aprender algo

    Un abrazo muy fuerte desde Asturias.

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